La llegada del Covid-19 ha significado un duro golpe para la vida tal como la conociamos, pues ha afectado en gran medida el orden y el ritmo de las distintas actividades sociales. La forma de trabajar, de estudiar, de relacionarse con los otros, incluso en las propias familias, ha debido de modificarse sustantivamente, con el objeto de minimizar la probabiliad de un contagio cuyas consecuencias son aún desconocidas y, por lo menos, heterógeneas. Hemos sido mudos testigos de una realidad latente, que está a sólo centimetros de distancia, de un abrazo, de un beso, de un simple apretón de manos. Hijos que no podrán despedirse de sus padres, nietos que no podrán despedirse de sus abuelos, pacientes que perderán la batalla en la más absoluta soledad, y mientras tanto, la vida sigue, continúa…., aunque ya no es la misma. Muchas cosas han cambiado.
La Masonería no ha estado inmune a esta situación. Las distintas organizaciones masónicas tomaron medidas ya en el mes de marzo de 2020, con el primer contagio en Chile, adelantándose al decreto de confinamiento del Ministerio de Salud.
Nuestra Respetable Logia Simbólica Upuaut Nº9 decretó la suspensión de todos los trabajos el 27 de marzo de 2020, y desde ese momento ha habido logias que no han trabajado regularmente. Otras, como la nuestra, han realizado reuniones virtuales en las que todos los viernes conversamos sobre distintos temas, presentamos “planchas” y compartimos un momento de fraternidad entre Hermanos. Incluso llegamos un poco más allá, y realizamos una adaptación a nuestros rituales, intentando acercar nuuestra actividad tanto como se pueda a una Tenida regular.
Q.:H.: Rodolfo González Rissotto
También quisimos realizar un homenaje permanente al Querido Hermano Rodolfo González Rissotto, de 71 años y de nacionalidad uruguaya, quien pasó a decorar las columnas del Oriente Eterno tras perder la batalla contra el Covid-19, como reconocimiento a su fraternidad y su caridad, y por su intermedio ofrecer un sincero recuerdo a todos los masones que han dejado este mundo para reunirse con el Gran Arquitecto del Universo.
Tras el fin del confinamiento más estricto, se intentó reanudar en cierto modo la actividad, pero las restricciones sanitarias y los estrictos aforos, más el temor justificado a contraer la enfermedad, hicieron que el año masónico 2020 terminase tal como empezó. Las iniciaciones, los aumentos de salario y las exaltaciones han sido suspendidas indefinidamente.
Más allá de las viscicitudes que nos afectan, debemos aprovechar esta oportunidad para repensar el mundo y la sociedad que nos ha tocado enfrentar. Debemos aprovechar la oportunidad que brinda esta crisis sin precedentes para dejar atrás el modelo de sociedad existente, ya que no es sostenible por estar construido sobre desigualdades generalizadas en los más distintos ámbitos. Hay desiguladad social, medioambiental, cultural, habitacional, etc. Somos conscientes de que necesitamos suscribir un nuevo contrato social por una nueva era, porque el acuerdo actual está quebrado y fue holgadamente superado por una realidad insolente que se aprovechó de una crisis sanitaria para mostrar su peor cara y asomarse como una pesadilla de la cual no podemos despertar.
Esta tarea es ardua y no tiene precedente alguno, y debemos recurrir a los principios de solidaridad, fraternidad y justicia, que son históricos emblemas de la Masonería.
La sociedad reclama un nuevo estilo de liderazgo, que supere lo egocéntrico para mutar hacia el ámbito colaborativo, que vaya más alla de una sana competencia estimulando la cooperación entre los individuos.
Múltiples manifestaciones sociales se han dejado sentir en la sociedad en el último año, y todas tienen un denominador común: la desesperanza y el pesimismo. La insatisfacción acumulada en la sociedad requiere de respuestas urgentes. Hay quienes apuntan que la raíz de estos problemas están en la política, otros en lo social, o en lo económico, pero estos son sólo síntomas de un mal todavía mayor, una profunda crisis ética que campea en la sociedad actual.
Las distintas instituciones sociales están siendo muy cuestionadas hoy en día, pues los límites éticos han sido desbordados y están sumidos en las tinieblas. La Masonería se perfila como una de las instituciones éticas y filosóficas de la sociedad que tiene el desafío y la responsabilidad de brindar sus luces para orientar la penumbra en la que se mueve la sociedad.
Es urgente el compromiso de todos los masones esparcidos por el mundo para contribuir a una sociedad mejor, bajo el amparo del emblema Libertad, Igualdad y Fraternidad que nos caracteriza, promoviendo el desarrollo humano. Estos principios desafían la consciencia de quienes se sienten identificados y llamados para cautelar la vigencia y proyección de estos valores éticos y filosóficos. Los Humanistas tenemos una cita con la historia, lo que nos obliga a ser garantes de los principios universales. Estamos obligados a la fidelidad con una herencia legada desde la historia fundacional, es nuestra responsabilidad y misión fortalecer esos valores universales.